Diferencia entre revisiones de «La Fundación Baxter»

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Revisión actual del 06:25 29 may 2022

La Fundación Baxter es el primigenio programa de reinserción de astronautas de la era estelar, que evolucionó adquiriendo poder y autoridad en calidad de árbitro y certificador de gobiernos y otras entidades. Como organización no gubernamental se ocupa, desde una posición idealmente neutral, de velar por los intereses de los astronautas de expediciones sublumínicas cuyo regreso se espera todavía.

La Fundación es un elemento influyente pese a su pequeño tamaño como organización, dado que actúa como árbitro y calificador de la fiabilidad de los gobiernos.

Historia

El origen

La Fundación arrancó en el año 2085 por iniciativa personal del licenciado Baxter, un joven ejecutivo de la Companhia da Mineração de Io (CMI). El licenciado Baxter había enviado un grupo de investigadores a Ío, la luna de Júpiter, para aclarar ciertas irregularidades en el funcionamiento de la explotación minera. Tras una exitosa pesquisa, la nave en que regresaban los enviados de Baxter tuvo un accidente, probablemente como causa de un sabotaje.

En aquella época, la medicina apenas estaba desarrollada y muchas técnicas actuales se conocían o preveían a modo de conjetura. Los sistemas de salvamento de las naves se limitaban a un primitivo mecanismo de criogenización que congelaba el cerebro de los astronautas, bajo la suposición de que, en algún momento del futuro, sería posible devolver a la vida esos cerebros congelados en unas condiciones humanamente dignas.

Como resultado colateral de la pesquisa en Io, la carrera de Baxter se vio afianzada en la compañía, llegando al cargo de vicepresidente general, hasta abandonar la firma a la edad de cincuenta años. Baxter se preocupó de recuperar los cuerpos criogenizados de sus investigadores, almacenarlos en condiciones óptimas y custodiarlos hasta que fuera posible la 'resurrección'[1]. Para velar por los intereses de sus investigadores, Baxter terminó por constituir la Fundación Baxter, una fundación privada cuyos fines eran:

  1. Fomentar la investigación científica en técnicas criónicas.
  2. Abogar por la creación de figuras jurídicas para las personas 'congeladas', la evolución del cuerpo de leyes y crear un estado de opinión al respecto.
  3. Invertir y velar por los bienes e intereses económicos de las personas 'congeladas' a su cargo.

Se dice que Baxter se culpaba por no haber prevenido el sabotaje de la nave de sus agentes. Es probable que Baxter conociera con mayor detalle las ramificaciones de la trama de corrupción descubierta, y que pudiera haber evitado el accidente o, al menos, advertido a los investigadores para que extremaran las precauciones. En cualquier caso, ya fuera por interés personal o como forma de pagar una deuda moral, Baxter batalló durante sesenta años para, primero, obtener la custodia de los cuerpos y, posteriormente, hacerse cargo de los intereses de estos. La mayor parte de su trabajo se desarrolló en los tribunales, y el resultado final fue que la fundación terminó por desbancar a los familiares y la empresa como custodios de los cuerpos.

Las primeras expediciones: el momento correcto, el lugar correcto

El proceso legal no terminó hasta mucho después de muerto Baxter, y la Fundación fue durante mucho tiempo una pequeña organización de tres personas (un abogado, un financiero, un secretario) tutelada por un patronato. La Fundación invertía la pensión de los investigadores, y se financiaba a sí misma con partidas dotadas por Baxter, que en todo momento había querido separar las fuentes de financiación, y cuya escrupulosidad, en última instancia, le había permitido ganar las diferentes demandas planteadas.

No existía una organización semejante, si bien empresas y seguros médicos habían seguido los pasos de la Fundación Baxter al instituir prácticas semejantes en criogenia, una vez se habían asentado los fundamentos jurídicos.

Fue entonces cuando comenzaron las primeras expediciones sublumínicas. Para defender los intereses de los cosmonautas, el precedente de la Fundación se utilizó como referencia para articular un mecanismo que resultara atractivo por igual a aventureros, científicos y militares. El trato para los expedicionarios, que algunos denominaban "muertos en vida", era muy sencillo: a su vuelta, todavía jóvenes pero en un mundo envejecido por efecto de la relatividad, serían enormemente ricos ya que su sueldo sería invertido y garantizado hasta alcanzar una fortuna, a la que se añadía una vigésima parte del total de los retornos de la inversión del sistema explotado por su expedición, junto con una milésima parte por cada uno de los otros sistemas.

La Fundación Baxter ganó el concurso para gestionar el denominado "Programa de Acogida de Astronautas" (PAA). No se sabe si la intención original de los gobiernos era mantener sus compromisos, pero en el transcurso de los siglos la Fundación acabó siendo el vigilante moral, funcionando en la práctica como agencia calificadora de gobiernos y entidades. La Fundación mantenía sus inversiones en secreto y empleaba el llamado rating Bx para cualificar sus inversiones. La Fundación publicaba un informe anual dando cuenta de sus resultados, y el rating Bx se popularizó como cualificación oficiosa para inversiones a largo plazo.

Siglos después, cuando los primeros astronautas regresaron al "mundo de los vivos", se les denominó "Antiguos". El controvertido papel de la Fundación Baxter fue todavía más criticado cuando aquellos hipermillonarios regresaron a la sociedad y su efecto comenzó a ser notado, no siempre para bien.

La resurrección del grupo de los cinco

El arbitraje de la primera crisis

La figura de la Fundación fue, ya desde el principio, controvertida en los ámbitos gubernativos y del derecho.

En la actualidad

Referencias y notas

  1. Resurrección: el término que empleaba la Fundación Baxter era 'reanimación', por una clara cuestión legal. Mientras que una persona fallecida no tiene derechos ni bienes, la Ley puede reconocer los derechos e intereses de una persona 'congelada' o 'en coma'.