La Armada de la Totalidad
La Armada de la Totalidad es la fuerza de combate principal de la Federación y comprende las unidades espaciales de largo alcance (la Armada propiamente dicha), así como la infantería naval, los trozos de abordaje y los servicios de inteligencia.
La Armada se complementa con el Servicio Local, una amalgama de fuerzas planetarias soberanas pero circunscritas a la Esfera de Öpik de cada sistema. Generalmente la Armada patrulla las zonas exteriores de un sistema y las regiones fronterizas si es necesario un refuerzo.
Aunque la Federación intenta separar el concepto de la Totalidad, tradicionalmente la Armada ha seguido refiriéndose a sí misma como "La Armada de la Totalidad", incluso oficialmente. El término "federal" se emplea indistintamente.
La historia, doctrina y formas de operar de la armada están originalmente regladas en el Anexo II del Concilio, que ideó y dio forma a la Armada tal y como se conoce actualmente.
Propósito original
El origen de la Armada es una fuerza federal que protege al conjunto de la Humanidad de amenazas externas, sin participar en los asuntos internos de cada Estado. Originalmente, fue concebida para controlar la escalada bélica y para defender a la Humanidad de una hipotética invasión alienígena.
Tensiones y neutralidad
En la práctica, la Armada es una fuerza disuasoria frente a las escaramuzas originadas en mundos del Más Allá. Patrulla allí donde los servicios locales no llegan y donde el poder estatal es demasiado débil. Se utiliza para garantizar los procesos de adhesión de planetas independientes, la colonización y expansión y, especialmente, para proteger las rutas comerciales. Su intervención es tanto militar como de inteligencia. El Servicio Secreto y la Policía Judicial intervienen como ramas independientes de la Armada con objeto de llevar la ley allí donde el Servicio Local es incapaz.
La Armada depende del Gobierno central, pero se muestra neutral y solo interviene en el orden y seguridad interior de la Federación en contadas ocasiones y bajo reglas estrictas. A lo largo de su historia, algunos intereses particulares han intentado emplear la Armada como forma de presión para determinados fines. La Armada mantiene un delicado equilibrio, y reclama su independencia y se niega a ser instrumentada.
En la práctica, la Armada se ha visto impelida o arrastrada a intervenir. Algunos episodios recientes son el fallido papel como fuerza de interposición en Rakh y el posterior bloqueo de Rakh (siglo 41); la "no-no-intervención" en la guerra civil de Mikkas 5 y el apoyo a Herminio Apeziturri (siglo 42); el famoso Incidente de Pupis VII, donde la Armada intervino para proteger un proceso de adhesión que finalmente fracasó (Siglo 40).
Vigilancia del comercio
La Federación incentiva el comercio como medio de expandir su influencia y control, y para mantener una paz mercantil y disminuir los enfrentamientos bélicos.
Entre otras cosas, el comercio subsiste por medio de líneas de comunicación, y se necesita un elemento de fuerza para mantener las rutas comerciales abiertas. La Armada disuade a los piratas, mantiene las fronteras abiertas, e interviene puntualmente allí donde se la necesita. Mientras que los servicios aduaneros locales se ocupan de su planeta y sistema planetario, la Armada se ocupa de los confines, de los sistemas deshabitados y de aquellos donde no hay un gobierno lo suficientemente fuerte como para mantener un servicio aduanero.
Interviene en disputas territoriales tales como el robo de cometas, la intromisión de nómadas y errantes, y actúa como un servicio aduanero en los confines exteriores contra el llamado comercio informal.
Origen marino en la Tierra
La Armada ha heredado una serie de costumbres navales de origen terrícola, aunque desde el siglo XXII los barcos de guerra sean un arma menor, generalmente supeditada a otras armas, como el Servicio Local o, incluso, fuerzas policiales, y el poder marino esté reducido a ámbitos costeros y submarinos.
El sesgo naval prevalece dado que los redactores del Anexo II razonaron asimilando las características operacionales en el espacio a las de la antigua guerra marina: desempeño a gran distancia de las bases propias, duración de las misiones, independencia del mando de cada nave, y maniobrabilidad táctica y estratégica. Ya desde la colonización primitiva del Sistema Solar, las armadas espaciales estaban concebidas como el medio de proyectar a gran distancia la fuerza militar de la metrópoli.
Desde el punto de vista jerárquico, los capitanes de naves espaciales, ya sean civiles o militares, deben gestionar poblaciones amplias de tripulantes, resolver aspectos de seguridad interior, administración, salud, crimen, orden, justicia e, incluso, moralidad. Exactamente como sus contrapartes de los siglos XVII a XXI, cuando se concebía un barco como un medio de transporte y, simultáneamente, como una pequeña ciudad, donde el capitán no dirige personalmente los mandos, sino que se comporta como la autoridad absoluta de un microcosmos aislado del resto de la Humanidad por largas temporadas.
En numerosos aspectos prácticos, los redactores del Anexo II recurrieron a figuras y conceptos que estaban en desuso desde que las armadas marinas perdieron preponderancia a finales del siglo XXI. Junto con historiadores y otros expertos, numerosos especialistas de nicho en guerra submarina participaron como ponentes del anexo trasladando conceptos operacionales de la guerra en el mar.
Lo mismo aplica para las dotaciones militares, asimiladas a los antiguos marinos, cuyo papel es desempeñado actualmente por los trozos de abordaje.
La clasificación de naves refleja el sesgo marino, y la denominación de las clases corresponde con el papel asignado a las clases de navíos atendiendo a las misiones para las que se especializaron y la forma y características de poder proyectado. Para un listado exaustivo y una descripción de usos y capacidades, véase Lista de clases navales.