Anexo II del Concilio

De La Totalidad
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El anexo segundo de los acuerdos del Concilio entiende de todos los aspectos militares del tratado. También se denomina la "Encomienda militar". Hay una línea clara y distinguible en su evolución hasta la actual Armada de la Totalidad.

La voluntad original del Concilio era no incidir en los aspectos bélicos del futuro de la Humanidad. Sin embargo, algunas facciones advirtieron que se opondrían a la inconcreción de los aspectos militares porque esa inconcreción del futuro lejano afectaba al futuro próximo. Algunas por temor a un vacío legal en los términos del tratado. Otras facciones temían una escalada bélica incontrolable entre los planetas del Sistema Solar, y otras exigían garantías. Finalmente, se optó por redactar el anexo segundo.

Propósito y principios

Propósito del anexo segundo

El anexo segundo del Concilio, o encomienda militar, es el conjunto de disposiciones que establecían un cauce para el desarrollo de una fuerza militar que defendiera la Humanidad de una hipotética amenaza alienígena. La preocupación de los redactores del Concilio era evitar que el acuerdo fuera impugnado por no tener en cuenta la forma de hacer valer los acuerdos ante hipotéticos terceros. Las estipulaciones fueron cuidadosamente planificadas para controlar una escalada militar que pudiera desequilibrar la frágil paz del Sistema Solar. El espíritu de la encomienda es que todos los avances fueran compartidos entre todos los planetas y coaliciones con origen en la Tierra.

Se establecieron tres fases o estadios de desarrollo:

  • Fase primera: desarrollar una fuerza defensiva que pudiera disuadir o, al menos, empatar frente a un ataque exterior, manteniendo el Radius del Concilio bajo control de la Humanidad por el mero hecho de que su conquista fuera excesivamente onerosa para un atacante. "Como mínimo, deberíamos aspirar a que fueramos pírricamente vencidos" es la cita no comprobada de uno de los redactores de la comisión, atribuida a varios de ellos.
  • Fase segunda: desarrollar una fuerza ofensiva que superara en calidad y número efectivo a una coalición de las dos razas alienígenas más poderosas que pudieran encontrarse.
  • Fase tercera: la encomienda se limitaba a reconocer que, en algún momento del futuro, sería necesario evolucionar militarmente.

Actualmente sigue sin existir contacto alguno con alienígenas inteligentes. Las únicas formas de vida localizadas en estos milenios son formas de vida inferior, no más evolucionadas que bacterias. Algunos teóricos de la Totalidad sostienen que es imposible declarar objetivamente superada la fase primera ya que está redactada sin un horizonte temporal claro, y que los acuerdos son inextricables de su carácter aplacador y conciliador hacia la propia Humanidad. Sin embargo, se considera que la Armada de la Totalidad cumple las condiciones de la fase segunda respecto a otros planetas humanos no asociados a la Totalidad.

El anexo II también estipulaba la forma en que esa fuerza sería comandada y en qué supuestos habría de intervenir. Así mismo, bajo el principio de la proporcionalidad se pretendía evitar que la Humanidad resultara excesivamente hostil o potencialmente amenazadora para otras razas inteligentes superiores que pudieran optar por un ataque preventivo ante lo que podrían considerar como una incipiente y desestabilizadora raza belicosa. Este principio se conoce coloquialmente como buenismo. Inicialmente era un descalificativo, pero en la actualidad ha perdido el carácter peyorativo.

Principios rectores

Los principios rectores son las condiciones en que se estipulaba que la fuerza militar había de conducirse. El conjunto de principios abarca conceptos como la autorización de operar y la intensidad de los medios, las armas empleadas, e, incluso, la polémica obligación de no disparar primero si no hay hostilidades.

Resumidamente, los principios rectores son:

  1. Proporcionalidad.
  2. Mando único.
  3. Mando centralizado.
  4. Niveles de operación dependientes de autorización senatorial.
  5. Armamento empleado según el nivel de operación autorizado.
  6. Niveles de bajas y daños asumibles estipulados según el nivel de operación estipulado.
  7. Mando independiente del poder político una vez se ha autorizado el uso de la fuerza, siempre dentro del nivel de operación autorizado.
  8. Capacidad de operar en tres sectores simultáneamente bajo las premisas de la fase de desarrollo vigente.
  9. Los ingenios desarrollados han de ser lo bastante grandes como para requerir el concurso de dos planetas en su fabricación. Este principio sigue siendo válido en el caso de naves de tamaño superior a la clase de corbetas de la Totalidad.
  10. La fuerza militar no ataca naciones, estados ni entidades soberanas de la Humanidad que pertenezcan al Concilio. En la actualidad, este principio se aplica a la Federación en su totalidad, y parcialmente a planetas no pertenecientes a la Totalidad. La gravedad del incidente de Pupis VII estribaba precisamente en la violación de facto de este principio.
  11. La fuerza militar no actúa localmente. Como norma general, las fuerzas locales encargadas de mantener el orden en planetas estables de la Federación no pertenecen a la Armada. Por ejemplo, el servicio aduanero, donde sirvió originariamente Amadeo Fuquér. Estas fuerzas se denominan comúnmente "el servicio local", y su radio de acción militar está limitado por ley a la esfera de Öpik.

Los principios de intervención

Los principios rectores incluyen tres principios de intervención, que caracterizan la táctica y estrategia, o cómo y en qué condiciones la fuerza militar interviene cuando está autorizada para ello:

  1. La fuerza militar no dispara primero si no hay hostilidades declaradas (buenismo).
  2. La fuerza militar está dividida y dos tercios de esta permanecen ocultos. (Véase Tercios ocultos).
  3. El tercio público entra en contacto con amenazas potenciales tan pronto como sea posible, y estudia su reacción.

Doctrina militar de la Totalidad

Los principios antedichos conducen a la doctrina militar de la Armada de la Totalidad. En otras palabras, con las numerosas limitaciones impuestas por los tratados, el Alto Estado Mayor hubo de componer unas directrices y filosofía que permitieran cumplir sin morir en el intento[1].

  1. Información y conocimiento: las comunicaciones y sistemas de detección de largo alcance están por encima de todo. Este principio se basa en la asunción implícita de que es probable que un oponente alienígena resulte tecnológicamente superior. En condiciones de inferioridad, la información e inteligencia pueden suplir la debilidad física. Quinta columnistas y conspiracionismo. Reductismo.
  2. Los sistemas pasivos de defensa son primordiales frente a los ofensivos. Este principio doctrinal es una consecuencia de la obligación de no resultar una amenaza potencial excesiva que provoque un ataque preventivo.
  3. Las fuerzas de exploración y avanzada son menores y buscan el contacto activamente. Este principio busca minimizar las fuerzas en riesgo acatando el primer principio de intervención (la fuerza militar no dispara primero si no hay hostilidades declaradas). Así mismo, intenta reducir la incertidumbre: cuanto más temprano y activo sea el primer contacto, antes se determinarán las intenciones de los forasteros. Como consecuencia de este aspecto doctrinal, la Armada incentiva la iniciativa personal y la existencia de unidades pequeñas dirigidas por oficiales jóvenes y determinados. Como norma general, las órdenes marcan objetivos, pero el oficial que recibe las órdenes decide cómo alcanzar los objetivos en el marco de unos principios éticos.
  4. En caso de ser atacada, la respuesta debe ser terminante. Este principio doctrinal es el más discutido porque no puede ser objetivado. Para empezar, es difícil determinar qué es un ataque si el enemigo no puede ser previamente definido ni sus armas, por tanto, ser conocidas.

Esta doctrina marca de forma determinante el carácter de la Armada y sus miembros.

Doctrina operacional de la Totalidad

Para determinar cómo actuar en cada situación, la doctrina operacional e numera una serie de variables:

  • Principio de entropía. Se entiende que un enemigo de nivel 1-5 se rige por constricciones semejantes a las de la Humanidad, no importa el aspecto de su tecnología, porque se ve afectado por las mismas leyes del Universo. Véase Principio de entropía.

Polemismo

Desde la encomienda, las críticas al poder militar se han clasificado en corrientes. Paradójicamente, las corrientes fueron definidas por los redactores de la encomienda, que anticipaban los puntos débiles y las críticas que podría recibir el Concilio.

Pacifismo

Bajo la denuncia de que todo totalitarismo e imposición manu militari crea un mundo injusto y que, funcionando bajo el absurdo, sólo ofrece resultados absurdos. Gran predicamento fuera de la Federación, y en ciertos planetas de la Totalidad.

Antropocentrismo, terracentrismo

Aduce que la alta probabilidad de malentendidos o, directamente, la imposibilidad de comunicación con otras formas de vida, invalidan cualquier planificación estratégica militar que se base en supuestos sobre los que no existe experiencia alguna. Prácticamente inexistente en la actualidad. Originalmente, el antropocentrismo fue instrumentalizado como forma de desautorizar el Concilio.

Actualmente, algunas corrientes políticas de la Totalidad adoptan una variación, el terracentrismo. Se niega la validez universal de los principios por su origen terrícola, inaplicables a mundos lejanos, colonias exteriores, nómadas y errantes, y primeras expediciones, en los que la rama humana se ha apartado del tronco original.

Objetivismo

Se critica que el cumplimiento de los principios rectores es, a priori, imposible de verificar. Al contrario de que el antropocentrismo, esta corriente engloba todos aquellos críticos que aducen que no puede establecerse un mecanismo de respuesta a amenazas, tecnologías y formas de ataque imprevistas que no pueden ser imaginadas. Tradicionalmente los objetivistas declararan inválida la encomienda por demasiado débil. Originalmente, esta corriente tendía a descalificar el contenido completo del concilio. Actualmente sólo se sostiene en círculos académicos.

Hipótesis de Fergnatz-Russenstein

Como ejercicio de oposición, los redactores del anexo definieron algunas posturas críticas. La más conocida es la Hipótesis de Fergnatz-Russenstein, tremendamente popular porque se sigue estudiando en la enseñanza obligatoria de casi todos los sistemas de la Federación. La hipótesis es un ejercicio que pone en tela de juicio la posibilidad de diferenciar siquiera un ataque de un accidente fortuito en presencia de una nave alienígena si esta empleara una arma basada en principios desconocidos. Esto invalidaría la universalidad del cuarto punto de la doctrina.

Futuribilismo

Critica la encomienda por estar basada en hipótesis incomprobables a priori. Mientras que el objetivismo critica los métodos de comprobación y verificación de cumplimiento, el futuribilismo critica las propias hipótesis de partida. Los críticos de esta corriente aducen que las fuerzas hostiles serán una profecía autocumplida como resultado de la amenaza que supone la fuerza militar humana.

Futilismo, fatalismo

Critica el Anexo II como un ejercicio inútil ante la certeza de que probablemente cualquier otra raza inteligente será más avanzada y derrotará a la Humanidad con rapidez terminando en un exterminio. Esta corriente aboga por ocultar la existencia de la Humanidad para hacer frente al escenario denominado como "Bosque Oscuro" y consecuencia de la Paradoja de Fermi.

Cainismo

Se ciñe a la hipótesis de la Transcensión de la Paradoja de Fermi. Es virtualmente imposible que coincidan las ventanas temporales entre dos civilizaciones inteligentes en la galaxia: cualquier civilización alienígena coetánea se ha ocultado en el espacio-tiempo, se ha miniaturizado o se ha desvanecido. El anexo II es por tanto una conspiración para mantener el monopolio de la violencia y emplearlo contra otras sociedades humanas.

Notas

  1. Frase tradicionalmente atribuida al primer jefe de la armada conciliar, Almirante Fraguas